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domingo, 31 de julio de 2011

José Zaragoza: el discípulo avanzado de Mut

José Zaragoza
1627-1674

Montesión apenas le acogió durante un lustro. Para José Zaragoza, Mallorca no tenía que ser más que otro destino en su carrera como docente en colegios jesuitas. Sin embargo, aquí conoció al astrónomo Vicenç Mut (ver entrada), del que se convertiría en principal discípulo. Juntos, reformaron el sistema métrico de la Isla y se complementaron en las observaciones del cometa de 1664. Por separado, serían los renovadores de la ciencia en España.

Su afición por el estudio de las matemáticas era ya más que incipiente tras su paso por la Universidad de Valencia. José Zaragoza había nacido en la localidad de Alcalá de Chivert en 1627 y en aquel centro se formaría en Artes y se doctoraría en Teología. 

Su orientación hacia los números fue siempre autodidacta y paralela, pero cuando Valencia le ofreció la cátedra de matemáticas, decidió rechazarla. Por entonces ya planeaba seguir su vocación religiosa.

Fue en 1651 cuando ingresó en la orden jesuita y tomó la sotana. Apenas acabado su noviciado, Zaragoza se trasladó a Calatayud para enseñar retórica. En 1655 lo haría a Mallorca, donde impartiría lecciones de Filosofía y Teología en el colegio de jesuitas de Palma, Montesión. Un entorno de sabios en el que conocería a Vicenç Mut, considerado uno de los grandes astrónomos prácticos de la época. Casi sin saberlo, el valenciano comenzaba a convertirse en su discípulo.



Aquella relación no daría sus frutos hasta mucho tiempo después. En 1660, Zaragoza abandonaba la Isla. Barcelona sería su nuevo destino hasta que por fin pudo regresar a Valencia. Allí no sólo pondría en práctica las enseñanzas de Mut sino que llegaría la etapa decisiva de su trayectoria científica. En su tierra natal encontró un grupo de personas interesadas en las matemáticas y la astronomía. Él alternaría sus clases particulares con la organización de tertulias científicas. Las mismas que acabarían por ser el embrión de los novatores: un movimiento que renovaría la ciencia en la Valencia de finales del siglo XVII.

Con el cometa de 1664 llegó la primera colaboración entre Zaragoza y Mut. Ya desde entonces se conocen las observaciones del valenciano a través de anteojos y aparatos de fabricación propia. Juntos estudiaron aspectos como el diámetro solar o la trayectoria del cometa. Mientras que Zaragoza apuntaba que ésta era intermedia entre la línea recta y la circunferencia, el mallorquín señalaba ya la teoría de una trayectoria parabólica que ha sido considerada precedente de Newton.

Sus estudios se consideran los más destacados de aquel fenómeno. José Zaragoza remitió sus observaciones a la Academie des Sciences parisina. En ellas incluía consideraciones como que la cola del cometa era de materia consistente igual que la cabeza, y que ésta no era luminosa sino que estaba iluminada por los rayos del sol. El texto, en el que incorporaba datos de otros observadores, sería traducido al francés más de un siglo después.

Si Mut había optado por colgar el hábito, el valenciano tuvo que compatibilizar su faceta científica con la religiosa. No en vano, fue a través de la comunidad jesuita como muchos científicos españoles entraron en contacto con la ciencia europea frente al aislamiento que sufrían muchas universidades de nuestro país. En astronomía, Zaragoza buscó una fórmula para admitir las doctrinas de Copérnico sin caer en la condena eclesiástica.

Tras una década en Valencia, se trasladó a Madrid para ocupar una cátedra de matemáticas en los Reales Estudios del Colegio Imperial. En la capital publicó la mayoría de sus obras y desarrolló una faceta matemática en la que llegaría a ser, incluso, maestro del rey Carlos III en su juventud. Un año antes, en 1669, volvía a colaborar con Vicenç Mut en aquella nueva vertiente con la reforma del sistema métrico del Reino.

El encargo les llegó de los Jurados de Mallorca. La gran variedad de pesos y medidas existentes desde la Edad Media dificultaba los cálculos para el comercio. A los dos astrónomos y matemáticos les correspondió su unificación en un sistema. Fue el mismo año en que se convirtió en un pionero con su obra Aritmética universal. Un texto para el que Zaragoza tuvo que diseñar personalmente los caracteres tipográficos del álgebra, inexistentes en las imprentas españolas.

Dentro de las matemáticas, el valenciano se interesó por el estudio y recuperación de la geometría clásica griega. En 1672 reaparece como autor en Mallorca con la publicación de Trigonometría española en la que, por primera vez en España, explicaba qué eran los logaritmos. Su confirmación como astrónomo teórico –al margen de la herencia práctica que le inculcó Mut– llegaría en 1675 con Esphera en común, celeste y terráquea. Según algunos autores, el único tratado completo de astronomía del siglo XVII que tardaría más de 200 años en ser superado.

Baleópolis nº117  05-07-2011

Fuentes

RECASENS GALLART, Eduard. José Zaragoza

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