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viernes, 27 de mayo de 2011

G. R. B. Horner: el estudio crítico del Lazareto


Gustavus Richard Brown Horner
1804-1892

Cuando G.R.B. Horner llegó a Menorca, hacía ya varios años que el puerto de Mahón se había convertido en la base invernal de la armada norteamericana. Él, cirujano, nunca trabajó en el hospital militar para marines. Pero sus estancias en la isla acabarían por convertirla en el centro de su topografía médica del Mediterráneo.

Más allá de las referencias de sus propias obras, la biografía de Gustavus Richard Brown Horner es casi un misterio. Nació en Virginia (Estados Unidos) en 1804 y, con sólo 22 años, consiguió el título de cirujano. El mismo 1826 en que se incorporó al Escuadrón Brasil y sirvió en Macedonia. Pasó un lustro hasta que, a bordo de la corbeta John Adams, llegó a Menorca.

En las primeras décadas del siglo XIX España firmó con el gobierno norteamericano un convenio por el que, con el pago de un cánon anual, el Puerto de Mahón se convirtió en su primera base naval en el Mediterráneo. Su Mediterranean Squadron pasó allí sus inviernos, localizó sus avituallamientos y reparó sus naves entre 1825 y 1848.



Con la creación de un hospital para los marines, el trasiego de barcos también supuso la llegada de médicos que acompañaban a las embarcaciones. Horner, cirujano del V.S. Naval Asylum y miembro de la Philadelphia Medical Society, llegó en 1831. Nunca vivió en la isla, pero sus largas estancias la hicieron protagonista de su Medical and topographical observations upon the Mediterranean, and upon Portugal, Spain and other countries, publicado en 1839.

Su periplo topográfico español comienza en Cádiz para pasar luego a Sevilla y Málaga antes de dar el salto a Menorca. Las más de 200 páginas del volumen toman a la isla como centro de estudio. Como era habitual en este tipo de trabajos, el capítulo menorquín se inicia con una descripción climatológica, botánica, geológica y zoológica de la zona.

Instalado en el Puerto de Mahón, recopiló las enfermedades más habituales: la peste, la fiebre amarilla. Fue testigo, incluso, de una epidemia de cólera llegada a la isla en 1834. Su origen, un barco infectado procedente de Cerdeña. «El norteamericano no acabó de aceptar aquella hipótesis. Como muchos sanitarios anglosajones, se reveló anticontagionista», señala Josep Miquel Vidal en Una topografia mèdica desconeguda de Menorca.

Horner, seguidor de las teorías ambientalistas, creía que el cólera se debía a una «constitución atmosférica desconocida». Identificó las aguas estancadas como focos palúdicos, pero sólo como fuente de miasmas. Preocupado por cómo los vientos podían transportar esas partículas, sólo reconoció la pobreza de las dietas –basadas en frutas y verduras– como otro factor añadido.

Tras una descripción paisajística y costumbrista de Mahón, el norteamericano se centró en dos edificios sanitarios: el Hospital Militar Isla del Rey y el Lazareto de Mahón. Un apartado en el que, lejos del retrato objetivo, Horner se muestra crítico con varios aspectos de la sanidad en Menorca. Testigo de la reapertura de Isla del Rey, acusó a los franceses de haberlo alquilado para utilizarlo como almacén y no como hospital, «como sí habría hecho el gobierno norteamericano».

En su repaso de la sanidad en España elogió la regulación de las farmacias y los medicamentos que existía en el país y reconoció el Lazareto de Mahón –el primero español junto con el de Vigo– como «objeto de admiración para todos los extranjeros, lo más digno de mención que he visto en la isla». Recogió la normativa de la institución y las reglas que regían las cuarentenas, normas que Horner consideró obsoletas.

Para el cirujano, no tenía sentido que se aplicara el mismo confinamiento a un barco que llevaba 20 días de navegación sin tocar puerto que a otro que sólo llevaba 5 días de viaje desde su salida. Una norma que, como parafrasea el artículo de Vidal, «no seguían ni los pueblos más atrasados como el turco, el sirio o el egipcio».

Los procedimientos de descontaminación del Lazareto fueron el otro blanco de las críticas de Horner. En su apartado Purifications denunciaba que las medidas, a veces sólo preventivas, causaban daños irreparables en las mercancías. Los documentos podían ser incluso destruidos tras ser fumigados, sumergidos en vinagre y hasta perforados.

En el caso de los perfumadores del Lazareto, el cirujano constató fumigaciones con vapores ácidos que afectaron a las personas con asma o problemas en las vías respiratorias. «Si se quiere que el comercio mediterráneo aumente, así como el número de viajeros, se tienen que introducir importantes cambios en el sistema de cuarentena español», señala Horner.

Tras la publicación de aquella topografía mediterránea, el norteamericano recogió sus experiencias en Sudamérica con el Brazil Squadron en Topography of Brazil and Uruguay, publicada en 1845. Como apunta Vidal, el relato crítico y su testimonio directo son dos de las características más interesantes del trabajo de Horner. Sus periplos sanitarios en la Armada continuaron durante mucho tiempo. Cuando falleció en 1892, hacía casi dos décadas que se había instalado, por fin, en tierra firme.

Baleópolis nº109 10-05-2011

Fuentes

VIDAL HERNÁNDEZ, Josep Miquel. Una topografia mèdica desconeguda de Menorca
http://www.raco.cat/index.php/gimbernat/article/viewFile/44989/54704

HORNER, G.R.B., Medical and topographical observations upon the Mediterranean, and upon Portugal, Spain and other countries
http://www.archive.org/details/medicaltopograph00horn

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